La ciencia que se basa en las leyes, modalidades y formas del conocimiento científico se conoce bajo
el nombre de lógica. Se trata de una ciencia de carácter formal que carece de contenido ya que hace
foco en el estudio de las alternativas válidas de inferencia. Es decir, propone estudiar los métodos
y los principios adecuados para identificar al razonamiento correcto frente al que no lo es.
La etimología permite saber que el término ‘lógica’ tiene su origen en el vocablo latín logĭca, que a su vez
deriva del griego logikós (de logos, “razón” o “estudio”).
El filósofo griego Aristóteles, cuentan los expertos en cuestiones históricas, fue pionero al emplear la noción
para nombrar el chequeo de los argumentos como indicadores de la verdad dentro de la ciencia, y al presentar
al silogismo como argumento válido.
Aristóteles está considerado como el padre de la lógica formal. En cambio, la lógica informal refiere al exámen
metódico de los argumentos probables a partir de la oratoria, la retórica y la filosofía, entre otras ciencias.
Tiene como objetivo el reconocimiento de paradojas y falacias, así como ser un recurso eficaz
para construir los discursos de forma correcta.
La lógica natural es la destreza natural para razonar sin apelar a la ciencia. La denominada lógica borrosa o difusa,
en cambio, es aquella que contempla una determinada incertidumbre al analizar el carácter verídico o falso de las
proposiciones, a semejanza del raciocinio propio del ser humano.